Si fuésemos niños y nuestra pureza
fluyese en cascadas de naturaleza,
no habría motivos para preguntarnos
los Por Qué, los Cómo, los dónde, los Cuándo.
Si fuésemos libres dentro de nosotros
Y si el pensamiento fue como un potro
Que corre en praderas junto con el viento
Y bebe verdades en tierras sin tiempo.
Y si por si acaso nos diese la gana
junto a las estrellas de tender cama,
tendríamos sueños dorados, profundos
sabiendo que nada limita este mundo.
Quizás aprendamos de a poco la ciencia
de poner delante de toda apariencia
aquellas premisas de significados
de un mundo en que estemos todos liberados
Si fuésemos niños, puros, inocentes,
los por qué serían más que evidentes.
Entonces se haría lo que es urgente
para que no existan más cosas sufrientes.
Seríamos libres, seríamos plenos,
Seguro sería todo el mundo bueno.
Sería posible llegar a un acuerdo
en las disyuntivas de todo momento.
¿Qué esto no es posible?, ¿no vale el intento
de buscar las causas sin el juicio previo?
¿Sin imposiciones de viejos modelos
que solo han servido para darnos miedo?
Jugarse la Vida sin sus falsos velos
Con ojos de niños descubrir lo cierto
y lanzando estelas y reconociendo
construir caminos que sean nuestro anhelo.
Sin falsa justicia, con hombres sin miedo
Sin la hipocresía que nos impusieron.
Sin unos u otros, con todos iguales
Sin pocos con mucho y muchos con hambre.
